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Una misma persona, por cargar más de un apodo, podría testificar el agrado y el enfado mencionado. Relatando un hecho lo demostrare:
Una misma persona, por cargar más de un apodo, podría testificar el agrado y el enfado mencionado. Relatando un hecho lo demostrare:
“A mediados del siglo pasado
conocí en Alajuela un señor apodado luche, para entonces no sabía su nombre,
todos lo llamaban luche y era famoso por disfrazarse de diablo de las fiestas
populares (lo hacía muy bien, con sus rugidos y retorcimientos satánicos, más
el cascabeleo y los golpetazos con una vejiga de res inflada, los niños se
esmorecían y algunas señoras se desmallaban, era ver al diablo suelto por las
calles. Así lo recuerdo).
Luego, en 1961 cuando llegué al P. H. Río Macho, me lo encontré
trabajando en él. Eso sí, ya con 3 apodos, pues, por una coincidencia [él se
llamaba José Luis Soto y un famoso futbolista de esa época llamado “Saningo
Soto” tenía idéntico nombre (José Luis Soto)],
los compañeros le decían saningo. Y, el colmo, por su figura los mal-amansados
le pusieron zorro e’ leña, ese no le gustó y al presentarse advertía:
“Me llamo José Luis Soto, mis amigos en Alajuela me dicen Luche, mis
amigos en el proyecto me dicen saningo y los hijos de p… me dicen zorro e’
leña. Usted escoge”.
Sin duda, con ese toque manifestaba
claramente su sentir y señalaba el límite de la enemistad.
Con esa reacción, manejó la situación muy bien. Posiblemente, por
respeto a su madre, los mal-amansados se abstuvieron de molestarlo (nunca lo oí
peleando por ese motivo), o sea, marcar la cancha y caracterizar a quienes la
irrespeten, pareciera ser una buena opción (por lo menos en este caso lo fue).
Beto,
julio, 2016
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