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miércoles, 25 de enero de 2012

La Profunda Huella de Jorge Manuel Dengo



A su memoria

Por José Luis Amador.
Antropólogo Social.
Fundador de la Oficina de Patrimonio Histórico
y del Museo Histórico y Tecnológico del ICE


Hoy despierta el país con la infausta noticia de la muerte de don Jorge Manuel Dengo Obregón, ex-vicepresidente de la República, fundador del ICE y primer gerente de esta institución histórica de los costarricenses, entre otros atributos y cargos a su haber. Me parece oportuno el momento para desempolvar un viejo ensayo que nos lleva a reflexionar sobre la profunda huella de don Jorge Manuel Dengo en el ICE. El texto fue escrito, no por casualidad, en el contexto del período 94-98, en medio de un proceso de cambio y de reingeniería que pretendió por momentos hacer tábula rasa de nuestro Patrimonio Histórico Institucional.

No creo que muchos hayan reparado en el hecho de que, si bien don Jorge Manuel fue fundador y redactor de la Ley Constitutiva del ICE, su trayectoria en la institución fue de apenas poco más de una década, de modo que hoy, hace ya más de 50 años que don Jorge partió del ICE. Sin embargo, el legado de Jorge Manuel Dengo es tal, que su presencia llega hasta nuestros días.

Donde queda más clara la fuerza de su profunda huella en el ICE, es obviamente, en los testimonios de aquellos que le conocieron y trataron personalmente durante su labor de gerente y constructor del instituto. En esos testimonios surge, en cualquier recodo de la conversación, la figura carismática de Dengo, revelándose como un ser humano visionario, profundo, de hablar claro y preciso, con dotes de maestro y conductor de gentes. No obstante, muchos otros trabajadores del ICE, que no lo conocieron, ni lo trataron nunca, también están impregnados de su legado, aun sin saberlo. Ello se debe a que rasgos de su personalidad, han marcado no solo a individuos, sino a la cultura organizacional del ICE como un todo. Esto es posible debido al efecto de los fundadores de empresas como generadores de cultura, aspecto que ha sido señalado por los teóricos de la cultura organizacional. Pettigrow entre otros, observa que:

“Los fundadores o iniciadores, no son simplemente creadores de los aspectos racionales y concretos de las organizaciones, tales como las estructuras y la tecnología, sino más bien creadores de símbolos, ideologías, lenguajes, ritos, creencias y mitos: aspectos más simbólicos y expresivos de la vida organizacional”.  Pettigrow, en Allaire y Firsirotu, 1992.
  
Mientras estudiábamos el legado histórico y cultural de esta institución, especialmente durante la puesta en marcha del “Programa de testimonios Orales de Fundadores y Antiguos Funcionarios del ICE”, la imagen de don Jorge afloraba por sí sola en las entrevistas que hicimos a los señores Nilo Vicarioli, González Truque, Federico Baltodano, Juan José Flores, Manuel Porras e incluso técnicos del sector de Telecomunicaciones como don Guillermo Maduro. Dejaré entonces que hablen de don Jorge aquellos testigos de honor, que le conocieron vistiendo su traje de army color kaki, en alguno de sus tantos viajes a la legendaria La Garita. Escuchemos sus voces...

Para mí, todo el desarrollo giró en torno a Jorge Manuel: la personalidad de Jorge, de una sencillez tan grande. Nadie lo estaba viendo como el jefe y todo el mundo sabía que era el gerente. El tipo de gente de que él se rodeó... Todo eso contribuyó notablemente. Posiblemente con otro tipo de gerente ahí, no sé si el éxito hubiera sido el mismo, pero la figura de Dengo fue primordial en todo el desarrollo del ICE. Yo creo que todos los que hemos estado cerca de él en un período como ese, sabemos que él es una de las razones por las cuales se tuvo éxito en ese reto. Porque organizar una empresa como el ICE, que creció en una forma tan violenta, fue un aporte que él dejó.  (...) Jorge Manuel era un gran administrador y promotor.  Ing. Federico Baltodano G. Ingeniero jefe del ICE durante el diseño y construcción de La Garita


Desde el primer día que yo hablé con Jorge Manuel ya tuve proyección de la persona, yo sabía ya que era un individuo que calaba en mí, una persona que calaba, es decir, yo le ponía un cuidado a lo que estaba hablando, ...  Yo decía, una persona que escucha es guía. Jorge Manuel, inmediatamente que uno se montaba en el automóvil, comenzaba a hablarte de administración y de esto y de lo otro, de la parte social, humana, de La Garita, del problema eléctrico, de esto y de lo otro.  (...) Estuve solo una hora y me dijo esto. “Cuando a su criterio sucede un accidente muy serio en la institución, a la hora que sea, me llama a mi casa. Tenga el número de teléfono. Donde sea, me llama a mi casa. ¿Entendió?” --Si perfectamente. No lo voy a jorobar.-- 

Ahí es donde nace la mentalidad de atención a la gente. (...) Los dispensarios son obra de Jorge Manuel, la seguridad es obra de Jorge Manuel, la sanidad es obra de Jorge Manuel, el hablar de estos temas es obra de Jorge Manuel: pensemos en la gente, sin esta gente no hacemos nada. Dónde vamos, qué queremos, qué sentimos, pensemos lo que es luchar por hacer una planta, pero pensemos en Costa Rica, pensemos en el pueblo nuestro, en esta planta que nosotros la hacemos, y ¿por qué no la vamos hacer nosotros, los ticos...?   Sr. Nilo Vicariolli Dispensarista de La Garita. Posteriormente Jefe de Dirección Administración

Max Webber, uno de los más importantes estudiosos del tema del poder, señala que en las sociedades humanas, existen tres tipos de dominación: 1. Carismática, 2. Tradicional y 3. Legal. La dominación carismática, fundamenta el poder en un líder “dotado de gracia”. Los seguidores aceptan su poder porque tienen fe en su persona. Para mí, es muy evidente que don Jorge ejerció en el ICE un liderazgo de tipo carismático. Su legado a la institución es ni más ni menos, que el sentimiento de fe, la confianza en nuestra capacidad de realización y el sentimiento de mística, que ha caracterizado buena parte de nuestra historia. “El ICE puede”. Esta certeza ha sido hasta hoy el motor cultural y emocional de esta institución. Algunos han tratado de ignorarlo, pero eso es tema para otra reflexión.

Las anécdotas sobre don Jorge son importantes porque nos recuerdan que como líder predicaba con el ejemplo. Aunque yo creo más bien, que actuaba así, porque esa era su manera de ser. La cultura de una organización empresarial no consiste en un decálogo pegado en la pared. Sino que se obtiene del modelaje cotidiano que ejercen los líderes. El líder es el modelo a seguir. El líder modela la organización con el cincel de su comportamiento diario: conductas, valores, actitudes. Ese modelaje cotidiano, efectuado mediante acciones concretas, orientadas en una línea de pensamiento, clara y enriquecedora, tanto desde una perspectiva ética, como desde una perspectiva institucional, es lo que hace que todavía hoy se recuerde a Jorge Manuel Dengo, mucho más allá del protocolo y de los homenajes. Curiosa muestra de ello es que, hasta no hace mucho, su fotografía __ pelo indomable, mirada fija, camisa a cuadros de mangas arrolladas __ estuvo presidiendo el vestíbulo de Relaciones Públicas, cuando esta dependencia se hallaba en el segundo piso de Oficinas Centrales.

Cuando en 1989 iniciamos nuestras investigaciones sobre el legado histórico y cultural del ICE, una jefatura nos solicitó indagar acerca de cuál había sido la escuela teórica, con que se iniciaron los precursores del ICE en el campo de la administración. Pese a que don Jorge tuvo estudios de administración, a lo largo de estos años me he convencido de que, en lo que atañe a la cultura empresarial, (término que no se usaba en aquel entonces,) y al papel que corresponde al trabajador, al ser humano en la empresa, no hay una receta aprendida en los libros. Lo que existe en don Jorge Manuel, es un código ético personal y quizá generacional, en el que convergen un anhelo modernizante propio de su época, (la Segunda República), aunado a una actitud de respeto a los demás. Ese espíritu de fuerza, austeridad y moderación, a la vez, que caracterizó a nuestros abuelos, quizá todavía demasiado llanos y de tradición campesina.

Cuentan, que en las primeras fases de nuestra historia republicana, a los patrones de hacienda cafetalera, no les quedaba más que confundirse con la peonada, y que eso tuvo que ver con el origen de nuestra sociedad, más igualitaria que otras sociedades latinoamericanas. De igual modo, estos ingenieros nuestros, empeñados como estaban en construir desde sus cimientos un sueño tecnológico y una Segunda República, no tenían ningún reparo en meterse, sin beepers, celulares, laptops, ni corbatas, a batir barro y a mover los corazones de aquellos abnegados y rudos trabajadores de La Garita, Cachí, Río Macho, Tapantí, y más tarde Telecomunicaciones. Ciertamente aquel momento histórico así lo demandó. Pero también sus temperamentos, compromiso y calidad humana lo permitieron.

Pero no todo fue fácil para don Jorge Manuel. En su testimonio se intuye, aunque él nunca lo dice abiertamente, que hubo momentos difíciles de resolver, y que don Jorge los supo sobrellevar con mesura, pero con firmeza. En definitiva, me atrevería a decir que hoy como ayer, los Harvard y los Incae, solo pueden aportar una parte muy pequeña de la materia prima del gerente, del líder, del ser humano.

Porque lo más importante es nuestro propio llamado interior, la voz de nuestro sentido común, aquello que emana de nuestra buena fe y nuestra condición de seres humanos comprometidos históricamente y solidarios, con la gente y con la sociedad. O mejor aún, con la Patria, como se decía antes de que las palabras fueran vaciadas de contenido y significado.

En lo que respecta a su visión de “institución-empresa” (sic), rompiendo los esquemas de la mediocridad, Dengo se atrevió a proponer que el Instituto Costarricense de Electricidad “hiciera de sus procedimientos técnicos, administrativos y financieros, modelos de eficiencia que no solo garanticen el buen funcionamiento del Instituto, sino que puedan servir de norma otras actividades costarricenses”. (Ley de Creación del ICE).

En otro escrito hemos puntualizado elementos del pensamiento de don Jorge, destacando su concepción de hombre y de trabajador. No hay que olvidar que Dengo no es un hombre aislado y ahistórico, sino que responde a un movimiento social y filosófico, y a una época, al igual que Rodrigo Facio, José Figueres e incluso nuestro Moisés Loría. Todos ellos portadores de un ideario de progreso, y fe en el hombre. Ideario éste que se viene a concretar en el ICE. Según Loría, este ideario encuentra eco institucional en el ICE, entidad que, más allá de sus naturales funciones de empresa eléctrica, dice él, se ha empeñado en crear un hombre nuevo, y de proyectar estos valores a la familia y a la sociedad. Es así como muchos trabajadores de origen campesino aprendieron sus primeras letras en el ICE, mejorando además su situación económica. Veamos su texto:

Una Institución que no solamente sirve al país con eficiencia sino que también ha tratado de crear un hombre nuevo, más educado y más capacitado para servir a la Institución, a la familia y a la Patria.  Envío

En resumen, se trata de llegar a todos y cada uno de los trabajadores  que tengan el deseo de ir hacia adelante  y de no quedarse estacionados. Además se ha tratado de influir en el ánimo de ellos para  que estas ideas las lleven a sus hogares  y traten de que sus hijos se preparen mejor para la lucha por la vida.  La educación en los proyectos hidroeléctricos. Pág. 2       

Cuando comenzó a trabajar en el Proyecto, con costos sabía firmar y esto lo hacía mecánicamente, quizá siguiendo un patrón que aprendió de memoria. Al abrir el Proyecto Cursos de Capacitación llegó a ocupar uno de los bancos de clase propuesto a asimilar los proyectos que allí impartían. Fue así como aprendió a leer, a escribir, a conjugar números en las operaciones básicas. También aprendió mucho de ciencias sociales y de otras especialidades. Salió por esfuerzo propio del grupo de los analfabetas. Durante los últimos cinco años se propuso ser dueño de un pedazo de tierra que le garantice cierta independencia.  El ejemplo de Juan Quirós Coto. Pág. 66

Pues bien, en esta visión de progreso, de confianza, de capacidad de enfrentar el reto empresarial y tecnológico con visión de país y de compromiso histórico, es donde está el legado de Jorge Manuel Dengo, su huella profunda, su vigencia. Esta empresa con perspectiva de compromiso histórico cuyos trabajadores han dado muestras de defender un modelo de sociedad y de país no surge de la nada.

Hoy el ICE está llamado a reinventarse nuevamente, a convertirse una vez más en modelo de competitividad, eficiencia y calidad humana, como lo visionó Dengo. Esa concepción humanista de la empresa, con compromiso social y nacional, lejos de ser motivo de debilidad empresarial, podría ser la carta escondida, el requisito para hacer resurgir la mística en todo su esplendor y renacer la esperanza. La nueva utopía, la fe en que una vez más el ICE PUEDE. Un nuevo reto, capaz de mover el corazón de todos, como lo fue en su día la creación del ICE, la construcción de La Garita o echar a andar el sector de Telecomunicaciones.

Paz a los restos de don Jorge Manuel Dengo. Luz y vida a su memoria.




Publicado con permiso expreso del autor José Luis Amador

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