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jueves, 3 de mayo de 2012

Cambio de costumbres


“Acostumbrado ya a lo bueno de esos primeros años de mi infancia y faltándome aún casi la mitad de esa etapa por recorre, de pronto y sin razón aparente, mis hermanos y yo sentimos un cambio en las costumbres familiares,  los paseos dominicales se suspendieron porque papá tenía que trabajar…,  las ocasiones de juego eran escasas porque nos asignaron actividades caseras…,  la variedad de alimentos disminuida porque sólo eso había,…,… En fin, para nosotros, lo anterior era mejor, pero, sin otra alternativa, debíamos acostumbrarnos a la nueva rutina”. 

COMENTARIO: “Realmente en aquel entonces no sabíamos por qué y aunque nos lo explicaran no lo entendíamos, era algo incomprensible para nosotros. Sin embargo, observando lo ocurrido Vs lo vivido, en esa época se debe resaltar la proeza de aquellos padres que, como  responsables de una familia numerosa y sin un ingreso fijo, debieron afrontar el desmejoramiento de la ya precaria economía nacional para, con esfuerzo y sacrificio, mantener a flote a su prole.

-Lo ocurrido: A nivel general: La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), aunque su desarrollo fue  lejos (Europa, Asia,…) y los efectos directos relativamente pocos (entre otros, podríamos mencionar: El hundimiento del buque mercante San Pablo de EE UU – Limón, julio’42-, tras el ataque de un submarino Alemán. Y la disminución de exportaciones por transferencias a la guerra…); las consecuencias indirectas si nos maltrataron. Y, a nivel local, algunas políticas tomadas por el gobierno de entonces, presidido por el Dr. R. Calderón G. (entre otras podemos mencionar: confiscación de capitales - declaratoria de guerra – medidas para reservar existencias nacionales de víveres y artículos básicos,…). Las consecuencias indirectas de la guerra y las directas de las políticas tomadas, fueron las causantes del desmejoramiento mencionado. 

-Lo vivido: Lo ocurrido afectó a toda la población, el cambio de costumbres fue general, pero, acorde a ingresos, de variable impacto o sea, el mayor golpe fue para las familias sin ingresos fijos y, entre ellas, a mayor prole–mayor impacto. Es algo natural, un bajonazo en la economía, obliga a todos a ajustar sus gastos y esos ajustes conllevan a suspender lo no prioritario. Por eso, las familias de ingresos fijos, para hacerle frente a la crisis suspende la compra de servicios (albañilería, carpintería,  pintura, otros,…) y, quienes vivían de la venta de esos servicios, las familias sin ingresos fijos, eran las afectadas directas, los responsables de ellas tenían que agenciárselas ‘para cumplir’ y, entre más prole, mayor problema.

En concordancia con lo anterior, para mostrar las angustias de las muchas familias directamente afectadas por esa causa, basta con referirse a una de ellas. Por eso, antes de narrar las vivencias post-desmejoramiento…,  contaré lo sentido y lo actuado en mi familia, resumido en, la razón de lo ‘incomprensible para nosotros’ (sentir infantil) y las congojas de mis padres para, después de semejante golpe, lograr ganarse el sustento familiar. 

- Los paseos dominicales se suspendieron porque papá tenía que trabajar, ahora comprendo, no tengo duda, trabajaba hasta los domingos para poder cumplir. No sé como hacía, se dedicaba a prestar un servicio que, en tiempos de crisis, lo calificaban de no prioritario y listo, lo dejaban esperando mejores tiempos. Sin embargo, me acuerdo, él siempre salía y a veces muy temprano, seguro a trabajar en su ocupación habitual o en lo que fuera, cuando salía muy temprano, posiblemente había conseguido algún contrato fuera de la ciudad (Santiago, San Josecito, San Antonio,…), y, como el servicio colectivo era escaso e inoportuno, tenía que ir a pie. Y, no siendo suficiente el ingreso así recaudado, trató de aumentarlo con su segunda posibilidad ‘las marionetas’. Para ello, por contratación previa o a jugarse la suerte en algún turno u otra actividad comunal, los sábados y domingos viajaba a diferentes partes del país para realizar presentaciones…, y entre semana, cuando en alguna familia pudiente lo contrataban para una presentación en un cumple años u otra actividad familiar, se presentaba. 

Las ocasiones de juego eran escasas porque nos asignaron actividades caseras,  claro, por lo duro de la situación, mamá (quién siempre decía Debemos buscar el cinco donde esté… con eso nos  inculcaba: ‘No lo esperen…, busquen lo necesario donde esté’), también hizo un gran esfuerzo para aumentar los ingresos y, sin descuidar los quehaceres rutinarios, inició una nueva actividad, hacer tortillas y pan casero para vender. Aunque siendo este un trajín totalmente casero, requería su tiempo para atenderlo y, para darse oportunidad, nos asignó algunas rutinas del  hacer diario (cuidar los chiquillos, barrer,…, todas a nuestro alcance). Fue interesante porque, además de ayudar a la solución, aprendimos a realizar esas rutinas y, con el transcurrir de los años, nos han sido de utilidad.

Otra cualidad de ella, digna de recordar, era su habilidad para los masajes curativos, aunque era ocasional y sin cobrar, siempre recibía algo para aumentar sus ingresos. 

-La variedad de alimentos disminuida porque sólo eso había, definitivamente sí, eso fue una realidad y como niños la sentimos. Sin embargo, ante la estrecha realidad, ellos trataron de proveernos los nutrientes necesarios para un crecimiento saludable, eso sí, con una dieta balanceada e integrada por alimentos básicos tradicionales y de bajo costo”. 

“Creo que con estas incomprensibilidades infantiles y la proeza realizada por los padres para salvar a su prole, se pueden formar idea de lo sucedido y luego, al contarles las vivencias post-desmejoramiento, con detalles y decisiones fuertes por ellos tomadas, podrán ampliarla”.

“-Por justicia, antes de seguir, hago un reconocimiento póstumo a todos los padres afectados por esa difícil época y en especial a los  míos. Ellos, con su valentía, esfuerzo y sacrificio lograron la proeza, sacarnos a flote.  Su estadía en la tierra fue dura. ‘Que descansen en paz. Amén’…”

ESOS TIEMPOS CRÍTICOS

“Los cambios sentidos por nosotros (Manolo y yo, los chiquillos no…), seguro indirectamente externamos nuestro sentir; porque, mis papás, en una para nosotros parla (por la edad me quedó poco), pero, por el énfasis de ellos en ciertos puntos, sí entendí de prepararnos para el cambio, porque había un problema con la plata y sólo con el tiempo se arreglaba. Por eso, nos dijeron, mientras el tiempo hace lo suyo necesitamos trabajar más y gastar menos o sea, vamos a variar algunas costumbres (de inmediato pensé: paseos, juegos y comidas), y, así fue, suspendieron los paseos, nos asignaron rutinas y anunciaron variantes alimentarias.

Bueno, lo transmitido fue suficiente para entender la realidad, debemos aceptar lo sentido o sea, dándole tiempo al tiempo, nos fuimos acostumbrarnos al cambio”.

-Rutinas asignadas: “A Manolo, por ser el mayor (poco menos de 6 años), le asignaron las tareas y a mí me correspondió, además de  ayudarle, entretener a los chiquillos (Virgi y Chus). Manolo, para darle oportunidad a mamá de atender su nueva actividad, le correspondía mantener limpia la casa (era con piso lujado, fácil de limpiar), darle mantenimiento a la huerta y al jardín (en eso nos entreteníamos mucho, era como jugar con tierra) y los mandados cercanos”.

“-Los alimentos, para cumplir con los tiempos diarios, los distribuyeron así: Desayuno; iniciando la mañana, aguadulce con pan casero D’-Mina (recortes y piezas no presentables para la venta…) y, cuando era posible, le agregaba algo más. Refrigerio; a media mañana, por lo general, nos daban una fruta (la de temporada, por barata) o un vaso de fresco. Almuerzo; al medio día, lo típico de la época, arroz y frijoles como base alimentaria, ensalada (utilizando la huerta), huevo casero, (siempre habían gallinas) o carne, plátano maduro, tortilla y leche o fresco (más/menos un casado actual). Mamá, siempre trataba de hacer alguna variante, especialmente con el huevo (por producirse en casa, se usaba casi a diario), lo mezclaba con la flor o el fruto de las plantes del patio, itabo, chicasquil, tomate, raíz de chayote, piñuela, chile dulce…, con eso, además de variar el plato, le resultaba nutritivo y de menor costo. La carne era menos frecuente (a veces compraban o mataban alguna gallina y hacían un plato especial…). Siempre, al repartir la comida nos advertía, ‘botar comida es pecado, muchos la necesitan’. Así nos enseño a no abusar, llevar lo justo o menos y si es del caso pedir más, pero nunca botar. Aún ahora, a mis 75 años, al servirme o pedir un plato, me acuerdo de su frase ‘botar comida…’ y me sirvo poco o lo pido pequeño para cumplir… Refrigerio; a media tarde, hacia café o fresco con pan casero D’-Mina (recortes y…).  Cena; al final de la tarde, se acostumbraba la sopa (verduras o quelites o…) o, en vez de sopa, picadillo (chayote o papa o…), en ambos casos se acompañaba con arroz y un jarro de aguadulce y, hasta mañana, nos mandaban a dormir. Algunas veces, cuando papá tenía que salir a realizar alguna diligencia, Manolo y yo lo acompañábamos, pero, regresando no más, a la cama”.

“-Comentario: Con el pasar de los días y la aplicación de las nuevas rutinas, nos acostumbramos, nos familiarizamos con las nuevas reglas y, como niños, las disfrutábamos y nos sentíamos bien, ya no añorábamos nada. Sin embargo, pensando ahora en lo ocurrido, mis papás no habían podido acomodarse, pese a todos sus esfuerzos, algo no les funcionaba y, para poder seguir, necesitaban  un reacomodo y, dentro de su zozobra, posiblemente atendiendo algún consejo o recomendación, miraron un mejor panorama en Puntarenas y….”

 “-Nos fuimos para el puerto: En cierta ocasión, cuando tenía como cinco años, mis padres tomaron la decisión de irnos a vivir a Puntarenas; nosotros felices porque, recordando los paseos anuales, nos parecía una maravilla. Después de los preparativos respectivos (deshacerse de los animales, muebles,…, todo), alistaron maletas y partimos rumbo al puerto, disfrutando el viaje como siempre, llegamos muy contentos…

Al principio muy bonito, estábamos como de paseo, los tíos nos llevaban en bote a pescar y a visitar lugares,…. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, fue cambiando el panorama y ya no era tan bonito; a mí me dio sarampión y me tuvieron durante todo el mes de marzo en un cuarto totalmente cerrado, porque, según creencias, una venteadura podía ser fatal y, apenas  recuperándome, se contagió mi hermana Virgi y le aplicaron lo mismo a la pobre. 

Uno sentía que la cosa no andaba bien y se nos confirmo cuando, al recuperarse mi hermana, de inmediato nos regresamos para Alajuela”.

Comentario: “¿Por qué nos vinimos del puerto?  En ese momento no sabíamos, pero, para mí, después del encierro vivido por el sarampión necesitaba regresar y, por lo percibido, todos querían venirse, era lo mejor. Posteriormente, con el transcurrir del tiempo, cuando tías y tíos en sus visitas nos comentaban, fuimos conociendo la razón y era lógico, papá no pudo conseguir trabajo, todo era diferente, él no tenía clientela para su ocupación. Le consiguieron trabajo en el Muelle, pero, por falta de conocimientos y condición física, tampoco le resultó. No logró ambientarse y decidió regresar…”

Lo ocurrido en el Muelle: “Según nos contaban los tíos, le pasó por desconocimiento. Le consiguieron trabajo en la descarga de un barco cementero y, sin ninguna explicación, lo pusieron en la fila de descargadores y le dijeron siga la fila, mientras avanzaba observo la rutina y era muy fácil, pasar sacos de cemento del barco al carro del tren que estaban cargando y regresar a la fila. Pero, por pura suerte, cuando llegó al barco y cargó el saco le dijeron: ‘Éste está roto, llévelo al hospital’ y confundido preguntó ¿Al Hospital? y, bruscamente le dijeron, ‘SI‘ al hospital le respondieron. Por lo tanto, cumpliendo lo ordenado, se enrumbó hacia el Hospital San Rafael, ubicado frente al Muelle, no había caminado mucho cuando lo rodearon los guardas por intentar sacar el cemento… Al final se aclararon los nublados del día e indicándole el carro hospital a donde se llevaban los sacos rotos, se devolvió y lo entrego. Sin embargo, por la peligrosidad del sitio, no admitían gente sin experiencia en el trajín del Muelle y con lo anterior, hizo pública su inexperiencia. Por lo tanto, apenas llegando le hicieron la despedida “. 

“La llegada a Alajuela..., no teníamos casa, ni muebles, ni nada y….”
Continuará…

1 comentario:

  1. Don Heriberto, me encanta lo que esta escribiendo, todos los imprimo y se los llevo a mis papás.
    Kattya Jenkins

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