Respuesta
aclaratoria; en la publicación anterior, al relatar
los preparativos ‘Para Semana Santa’, mencioné el tamal mudo y, por estar
prácticamente en desuso, generó interés en curiosear al respecto. Ya contesté
la consulta, pero, para no dejar duda, considero conveniente generalizar la
respuesta: ‘TAMAL MUDO’; es un tamal de
forma cilíndrica (como un arrollado), sin nada de relleno, pura masa aliñada y,
como todo tamal, envuelto en hojas de plátano se cocina en agua hirviente. Después,
frio y sin hojas, partido en tajadas lo ponen en la mesa, así, para acompañar
la comida, cada uno se va sirviendo. A muchos les gusta para acompañar la
sardina, por eso, en Semana Santa, era infaltable.
Cambio de
etapa; narrándoles lo bonito-lo no bonito y lo
difícil de mi infancia (1937 a 1944), les esbocé el trajinar de una típica
familia del ángulo inferior y sin ingreso fijo, de esa Costa Rica de la primera
mitad del Siglo XX, cuando abundaban los
recursos naturales, pero, por falta de energía y otros acontecimientos,
carente de facilidades para sus
habitantes. Y, para ampliar el boceto, les narre dos vivencias sobre las
incomodidades y dificultades generadas por las políticas tomadas. La primera,
las cajas de galleta, simplemente era para mostrar lo incomodo de algunas
compras. Pero, el segundo, el plan medio macabro de Memo, ese es bueno
espulgarlo un poquito, porque, a la ligera, aparenta algo malo y no hay tal. Si
lo vemos con detalle y por partes, es el resultado de una decisión tomada en
base a la causa y sin considerar los efectos. Pues, con una medida para
protegernos del desabastecimiento, desabastecieron de materia prima a algunas
mini empresas y, por estar ante un cierre inminente, debían hacer algo para
conseguir el material y así, evitar las duras consecuencias de un cerramiento
(aumento del desempleo).
Mis padres, cuando decidieron apoyar a Memo con la
custodia del dulce y la participación de nosotros en el transporte del mismo,
actuaron considerando lo positivo, mantener el trabajo del grupo y, por
deducción, desestimaron el desacato. Por eso, de inmediato y en presencia de
Memo, nos llamaron para tratar de transmitirnos el serio problema del dulce requerido
en la fábrica…, y lo más grave, afirmaron, de no dársele solución, él y sus
tres operarios quedaran sin trabajo… (Con esa sencilla pero clara explicación y
las experiencias por nosotros vividas, nos fue fácil imaginar el patético
final). Memo tiene la solución, nos dijeron, esconder el dulce durante el
transporte y custodia, para ello requiere ayuda y se la vamos a dar… (Nos
explicaron el plan… y otros detalles, posiblemente para evitar visiones
erróneas sobre la encubierta operación). Hasta donde recuerdo, todo salió muy
bien, la fábrica se mantuvo en operación hasta el final de la crisis y mucho tiempo
más. A propósito, la simulación era creíble, porque, en un par de ocasiones, al
cruzársenos un policía, este se ponía en posición de firme y hacia el saludo
militar al paso del féretro… (Cajón).
Imploremos por
el no retorno de situaciones similares, pero, de darse y requerir meditas
protectores, debe considerarse lo vivido e incluir excepciones en defensa del
trabajo…
Considerando
suficientes las vivencias de infancia, abro la página escolar…
Etapa escolar; tenía muchas ganas de llegar y al lograrlo me dejaron esperando.
Cuando fui a matricularme para el curso lectivo de 1944, me faltaba poco para
cumplir los siete años y no me aceptaron. Porque, según reglamento, para
ingresar se requería siete años cumplidos y cuando los cumplí (26 de abril),
regresé y ya estaba cerrada la matrícula, ni modo a esperar hasta el otro año.
Otra de las
frases usadas por mis padres era ‘El tiempo perdido, hasta los Santos lo
lloran’, así nos enseñaron a aprovechar el tiempo, a utilizarlo en cosas de
valor (trabajo, estudio, arte, descanso,…), y nunca desperdiciarlo en
inutilidades, en cosas sin valimiento y, mucho menos, si estas afectan a los
demás. Por eso, para aplicar las enseñanzas y evitar el llanto de los Santos, mientras
llega el momento de estudiar, el tiempo lo dedicare a, recordándoles lo
políticamente relevante en ese año de 1944, encausarlos hacia lo acontecido al
final de esa década.
-Cambio de
gobierno; vencido su periodo de gobierno, el Dr. Rafael A. Calderón Guardia
le entregó el poder al Lic. Teodoro Picado Michalski (1944-1948), quién, con
respecto al gobierno anterior, mantuvo las reformas sociales, se distanció del
comunismo, censuró la corrupción y el nepotismo, mantuvo la relación con la
Iglesia Católica y, en lo económico, tomaron medidas tendientes a sanear el
fisco… (Ley de Presupuesto, Defensa Económica, Centro de Control, La Tesorería
Nacional, impuesto a la renta,…). También, por su protagonismo en el cambio, en
este período debemos recordar el regreso de don José Figueres Ferrer, quién,
por un mensaje radial emitido en contra del gobierno de Calderón, en 1942 fue
encarcelado y expatriado…
La desconfianza
en el proceso electoral creó inestabilidad política (constantes luchas, actos
terroristas, conspiración contra políticos, atentado contra edificios…). Don
Teodoro trató de conciliar y creo reformas, pero, aún así, no fue suficiente. La
oposición, exigiendo garantía de elecciones libres para el 48 (sospechaban de
un fraude para elegir por segunda vez a Calderón), llevó a cabo la ‘Huelga de
Brazos Caídos (27-jul. al 2-ago. de 1947), movimiento organizado por los
patrones (cerraron bancos, comercios, industrias… Las medidas represivas del
gobierno generaron saqueos, balaceras…). La huelga termino cuando, para las
elecciones del 48, el gobierno garantizó imparcialidad electoral e injerencia
de la oposición en el proceso…
Los mariachis; sobrenombre distintivo de los calderonistas, nace en esa Huelga de
Brazos Caídos, de la cual hay mucho escrito, empero, por ser una anécdota curiosa,
les contare los recuerdos sobre ese perdurable
sobrenombre:
La oligarquía no
quería el regreso de Calderón… y sintiendo todo listo para una fraudulenta
reelección, optó por presionar con la huelga. La contraparte, el
caldero-comunismo como lo llamaban, considerando el movimiento como una amenaza
a las reformas sociales logradas (CCSS, UCR, El Código de trabajo,…), se aprestaron a defenderlas, para ello trasladaron
militantes de la zona Sur (lugares cálidos) a San José para reforzar la
protección y, para cubrirse del frio, le dieron una cobija roja a cada uno, la
cual, al usarla, los asemejaba con esos campesinos mejicanos con sarape. Por
eso, los huelguistas (empresarios, comunicadores,…), despectivamente los
llamaron mariachis y, aunque la vestimenta no es mariachi, así se quedaron.
Después de todo, con el tiempo, el grupo se identificó con el sobrenombre y lo
convirtió en su identidad.
Curso lectivo
1945; ingrese a la Escuela Ascensión Esquivel en
Alajuela, era la más cercana a casa, saliendo por el lote vacío y medio
encharralado por donde ingresábamos con el dulce, caminaba 350 m. al Norte y
llegaba a la Escuela. Era muy bonita y bastante grande, con muchas aulas, salón
de actos, oficinas administrativas, servicios sanitarios,… Al costado Este un
gran patio donde hacíamos las prácticas de agricultura y al puro frente, la
Plaza Acosta de uso comunal y también para las actividades de educación física.
Después de la plaza o sea, frente a la escuela, plaza en medio, estaba la ‘Plaza
de Ganado’ (ocupaba dos cuadras y tenía apartaderos, área de pesaje…), en
donde, lunes a lunes mercaban ganado… (Luego les cuento…). Al costado Oeste de
la Plaza de Ganado estaba el ‘Plantel del Ministerio de Fomento (actual MOPT)’
y, además de oficinas y talleres, ahí tenían la planta y los agregados para preparar la mezcla asfáltica, la
maquinaria e implementos utilizados en la construcción de carreteras y otras
obras públicas (El área del plantel más la de la plaza de ganado, actualmente
son utilizadas por el Instituto de Alajuela). Otra referencia importante, sobre
todo por ser parte de nuestra historia, es La Fuente de la Libertad, mini
parque preservando el sitio donde nació Juan Santamaría y a sólo 40 m. Este de
la escuela, en la pura esquina.
Era una escuela
exclusiva para varones, lástima, no era lo mejor, pero así se acostumbraba. También
Manolo estaba en esa escuela y ya iba para tercer grado (la diferencia de edad
y la espera para tener siete cumplidos, le permitieron adelantarme en dos años
de estudio), eso me fue de gran utilidad, me vine con él y, con sus dos años de
experiencia, rápidamente me orientó. Llegamos, me llevó a una pizarra grande
donde estaban las listas, buscó y me dijo: ‘Le toca en el Primero A con la niña
Berta’, me dejó en la puerta del aula y se fue a buscar la de él. En ese
momento sentí una sensación rara, entre alegría e incertidumbre, contento por
estar en donde hacía días quería estar y
dudoso del porqué estaba ahí, no tenía la menor idea… Seguro estaba
petrificado, cuando se me acercó una señora y me dijo Hola, ¿cómo te llamas? le
respondí Beto y, con voz muy dulce y gesto amable me dijo: A sí Betico, yo soy
Berta la maestra, pase adelante… Y, con ese recibimiento, me estabilicé de
nuevo y comencé a disfrutar la escuela. Estaba acomodándome cuando sonó la
campana para inicio de lección. La niña Berta nos dio la bienvenida, nos
resumió el trabajo a realizar durante el curso, se presento e inició un ejercicio para
conocernos, fue muy bonito y le puse mucha atención, era mi primer grupo de
compañeros y quería conocerlos bien….
Después fui
conociendo al resto del personal; doña Ostelina la Directora (por su edad y
trato, infundia respeto) y otras maestras (Rosita, Belén, Yolanda,…) y maestros
(Rigoberto, Ramón, Arturo,…) y la portera (Juana, ‘actualmente sería la
conserje’); en esa forma, poco a poco, fui y me fueron conociendo hasta llegar
a sentirme en una familia de recíproco buen trato. Otro detalle a recordar,
frente al costado Este, en la esquina estaba la Pulpería y Bolívar, el
dependiente, debía moverse con rapidez cuando, en el recreo grande, llegaba el
tumulto y, como el tiempo era poco, todos pedían a la vez formando un alboroto,
yo admiraba a Bolívar porque, a todos nos atendía sin hacer loco y, debo ser
franco, era una venta difícil de atender, la mayoría llegábamos con cinco
céntimos y, para lograr la mejor opción, preguntábamos el valor de los helados,
las melcochas, las cajetas, los confites,… y, aún así, nos atendía
complaciente.
El horario,
además de cubrir los seis días de la semana, era alterno y con cambio de
alternancia semanal. Esto, porque, en el mismo edificio operaban dos escuelas (Ascensión
Esquivel y Carlos Gagini).
Prontamente, con
el desarrollo diario del programa y la dedicación de la niña Berta, haciendo
letras y practicando el silabario fuimos aprendiendo a escribir y leer, a
conocer las herramientas básicas para comunicarse y formarse. Fue muy
satisfactorio cuando, ya sin ayuda, pude coger papel y lápiz para escribir,
sabiendo el significado de lo escrito o sea, leyendo lo escrito… Ya tenemos el
primer paso, dijo la niña Berta, iniciemos el segundo, porque, sólo así, paso a
paso llegaremos a la meta…
Repartir los
periódicos; fue el primer trabajo de Manolo, a la
vuelta de la casa (50 m. Oeste y 25 m al Norte), estaba la Agencia del Diario
de Costa Rica, don Carlos Calvo era el Agente y su hijo Memo atendía el
despacho. No sé con quien habló Manolo y le asignaron una zona para distribuir
suscripciones, a las cuatro de la mañana llegaba el paquetón de periódicos y
memo, formando rollos por zona, lo entregaba al encargado correspondiente y
todos corrían a distribuir. El trabajo era fácil, conociendo la zona, pasar
tirando el periódico por debajo de la puerta en cada casa de suscriptor, se
trataba de hacerlo con rapidez, para, entregándolo temprano, darle oportunidad
al cliente de verlo antes de salir a sus quehaceres. En el caso de Manolo, con
más rapidez, porque, cuando tenía escuela por la mañana, máximo a las seis
debía llegar a alistarse; por eso, para aligerar la distribución, en casa me
nombraron ayudante y, efectivamente, entre los dos terminábamos en mucho menos
tiempo, la paga no era problema, toda formaba parte del ingreso familiar, y pude disfrutar las
madrugadas corriendo de casa en casa, Manolo por una acera y yo por la otra
para, con la carga repartida y sin zigzaguear, avanzar más…
Jalar bolsas; era otra actividad para generar ingresos, las
señoras venían a pie al mercado y, al iniciar las compras, buscaban quién les
ayudara con la o las bolsas y, al terminar, llevárselas hasta la casa,
dependiendo del peso y la distancia, le gratificaban con ₡0.10 ó ₡0.15 ó ₡0,25
(una peseta)… referente a la generosidad para pagar, se catalogaban como: muy
buenas, buenas y otras. Desde luego, como ya las conocíamos, uno buscaba servirle a las muy
buenas, aceptaba las buenas cuando lo llamaban y le huía a las otras; sólo en
los días muy malos, a más no haber, les brindaba servicio y no era por
excluirlas sino por protegerse, porque, como era una retribución voluntaria,
algunas se aprovechaban (dos o tres bolsas y más de 1 km por ₡0.15, imagínese,
no era equitativo).
Manolo y yo, cuando nos
correspondía ir a la escuela por la tarde y, por alguna razón, no podíamos ir a
ayudarle a papá ni había otro forma de aprovechar la mañana, al terminar la
distribución del periódico, íbamos a casa desayunábamos y luego al mercado a
probar suerte…
En los días de ir a la escuela
por la mañana, el tiempo para aprovechar era la tarde, por eso, al terminar las
lecciones, llegábamos a casa almorzábamos y nos íbamos a dejarle almuerzo a
papá, si él nos ocupaba, nos quedábamos ayudándole y si no, nos regresábamos
para ayudarle a mamá con sus ventas de pan u otras… (Ejemplo: Cuando había una
construcción cerca u otra actividad con posibilidad de vender café con pan,
tortas, tamales,... Íbamos, se ofrecía el servicio y se enlistaban los
interesados, después, día a día, llegábamos con una cafetera, una bandeja con panes u
otros bocadillos y otra con tasas, azúcar, cucharitas,… Ah y lo más importante,
como era de pago semanal, una libreta para apuntar lo consumido por cada uno…
Los sábados todos pagaban y, cuando alguno era trasladado o liquidado antes del
fin de semana, nos buscaba para pagar, ah tiempos…)
Fin de la guerra; fue dándose paulatinamente y el 2 de setiembre de
1945 fue la conclusión, la noticia causó alegría y no es para menos, el
acabamiento de una guerra y más con la magnitud de esa, llena de gozo a todos.
Sin embargo, recuperarse de los efectos, no es nada fácil y dura su tiempo,
especialmente cuando, aunado a esas consecuencias, hay otros factores internos
empeorando la situación. Ese fue el caso nuestro, mientras todos los países del
mundo comenzaban a recuperarse, Costa Rica, por sus conflictos Económico-político-sociales,
se mantenía sumido en crisis y sin visos de salir (Desempleo, salarios bajos,
falta de vivienda,... Partidos políticos tradicionales, personalistas y, fuera
del comunista, sin practicar ideología,…, una pequeña burguesía en busca de
poder,…, Sindicatos, algunos comunistas,… Y mucho más.). Realmente la situación
era grave y, además de los conflictos mencionados, no teníamos energía
eléctrica para crear condiciones de bienestar y de producción y el deficiente
sistema telefónico tampoco servía para desarrollar las actividades de
intercambio requeridas o sea, no teníamos infraestructura para permitir el
desarrollo…
En resumen, con el final de la guerra nos alegramos
y posiblemente nos liberamos de algunas tenciones, pero, por lo vivido, la
situación en vez de mejorar empeoró, seguro por los efectos de la crisis,
algunos servicios públicos se habían deteriorado y comenzamos a sentir los
efectos (Enfermedades, mayor desempleo, escases de vivienda y otros,…).
El deterioro sanitario; generado por la crisis, se hizo presente con el
brote de algunos insectos como pulgas, piojos, niguas, totolate,… y algunas
enfermedades como, entre otras, la tos ferina, el catarro, las erupciones,… Uno
procuraba no contagiarse, pero, ante tal brote, no se escapaba y menos si, por
cuidar o no tener zapatos, andaba descalzo…
-La pulga; un insecto sin alas, como de dos
milímetros, color negro rojizo, cabeza pequeña y patas fuertes y largas para
dar grandes saltos. Se anidaban debajo de los pisos de madera y después
llegaban a los colchones o esteras y por la noche se daban gusto picando…. Los
perros son especiales para acarrearlas. Usaban ramas de apasote debajo del
colchón para ahuyentarlas.
-Piojos; insecto sin alas, de dos a tres
milímetros, color pardo amarillento, cuerpo ovalado y chato, con patas
terminadas en uñas y por ser un parásito…, con trompa para, anidado en el cuero
cabelludo, chupar la sangre. La escuela era un lugar de contagio, cuando
llegaba alguno con piojos, con seguridad nos los pegaba. En la casa, mamá
siempre andaba atenta y apenas tenía tiempo o veía a alguno rascándose la
cabeza, venga para revisarlo, porque, decía, ‘Es mejor prevenir que lamentar’ y
tenía razón, cualquier descuido se le cundía la cabeza y, a veces, el único
remedio era rapar al paciente.
-Las niguas; insecto parecido a la pulga,
pero mucho más pequeño y de trompa más larga. Las hembras fecundadas penetran
bajo la piel, principalmente en los pies, y allí depositan la cría, ocasionando
mucha picazón y, descuidas, úlceras graves. Utilizaban una aguja para
extraerlas.
-El totolate; piojillo de las aves y
especialmente de las gallinas. Como en casi todas las casas había gallinas
(para poder comer huevo), era necesario higienizar los gallineros,
acostumbraban regar cal en el área de las gallinas, como protección.
-La tos ferina; enfermedad infecciosa del
árbol respiratorio, caracterizada por un estado catarral, con accesos de tos
convulsiva muy intensos. A todos nos dio y con medicamentos caseros nos
restablecieron. Para la tos usaban el ‘Jarabe de Rábano’ (casero), cogían
rábanos de la huerta los cortaban en
tajadas y, bañándolos con azúcar, los ponían en el techo a serenar y el jugo
meloso resultante, era buenísimo para la tos (actualmente venden el Jarabe de
Rábano, pero, por ser patentado, resulta más caro).
-El catarro; Inflamación aguda o crónica de
las membranas nasales, con aumento de la secreción normal. Frecuentemente andábamos
catarrosos (el clima, la lluvia,…, nos
afectaba y listos…). La receta era, una buena friccionada y una limonada bien
caliente (aguadulce cargado de limón).
-Las erupciones; aparición y desarrollo de
granos en la piel, era incomodo y de mal aspecto, aparecían en las brazos y las
piernas. Lo trataban con crémor, un polvito amarillo de uso externo (tartrato
ácido de potasa).
Con estos ejemplos, entre otros, les dejo una idea
de la decadencia sanitaria de la época (cuando la crisis afectó los servicios
públicos) y, como también golpeó a la población, había mucha gente descalza
(nosotros teníamos zapatos para el uniforme escolar, pero, para hacerlos durar,
apenas llegábamos de la escuela los guardábamos y a andar descalzos), y, si los zapatos son
protección, el no uso de ellos facilitaba los contagios (doble influencia de la
crisis).
Continuará