Dice Don Jorge… Primero que todo, hay que explicar cómo conseguí irme para los Estados Unidos. Es muy interesante. Cuando papá murió, 1928, don León Cortés era diputado. Él propuso que a alguno de los hijos de don Omar Dengo se le otorgara una beca por parte del Estado, por los méritos de mi padre, no por los nuestros. Entonces en el 38, cuando yo andaba buscando la beca, 10 años después del acuerdo en el Congreso. Siendo don León Cortés presidente de la República, vino don Teodoro y le dijo a mamá, ‘María Teresa, don León dice que tenemos que poner en vigencia la beca’. Mamá le dijo, Teodoro, nosotros no somos cortesistas...,… Don León dijo, ‘no, eso no tiene nada que ver’. Y me otorgaron la beca. Esa fue la clave para que yo me sintiera especialmente responsable.
Algunos anécdotas para ubicarlo en el lapso de sus estudios, 1938-1943
En el detalle de “ESTUDIOS”; en el aparte de los estudios superiores, Don Jorge nos contó que, por influencia de su maestra, él se fue a Ohio State University y ahí cursó su primer año. La calificó de excelente universidad, pero, por no ofrecer la carrera que él quería, se trasladó a Minessotta, y, de la estadía ahí, cuenta que:
“A mí me pasó una anécdota un poco dura: Yo no quería vivir en el dormitorio de la universidad sino en una casa. Entonces, pedí una lista de las casas aprobadas por la universidad. Me la dieron. Me fui y toqué en una casa, me salió una viejilla, y me dijo ‘extranjero’, y me tiró la puerta en la cara. Yo, en una ciudad desconocida, me sentí como si alguien me tirara al suelo. Di la vuelta a la manzana. Me fui con mucho miedo, a otra casa, y me salió una señora encantadora. En ese momento nos enamoramos uno del otro. Fue como mi madre en los cinco años que viví con ella. Tenía una chiquita y estudiantes, casi todos de Minnesota. Ella vivía de tener a los estudiantes. Muchos de ellos se hicieron amigos míos. Estuve feliz en esa casa….”
“Yo me encariñé mucho con la naturaleza del gringo americano de esa zona del país…”
De éste anécdota podemos extraer dos cosas: a) El mal trato a los demás; esa señora que le tiró la puerta, se ganó el calificativo de ‘viejilla’, eso porque era Don Jorge, otro quién sabe cómo la hubiese llamado. Pero, con ese calificativo, demuestra que el trato fue ofensivo y le llegó a lo profundo. Enseñanza; cuidémonos en las respuestas, un ‘NO’ dicho con naturalidad y justa razón, se acepta con agrado y comprensión, como dicen, sin crear roncha. b) Al contrario, el buen trato encanta, ‘Y me salió una señora encantadora…. Fue como mi madre…’. Enseñanza; el sentirse en familia y con amigos, cuando uno está lejos de los suyos, ayuda mucho para hacer su labor, en este caso, estudiar.
“Me fui en barco, y pude venir una sola vez en seis años. No tenía plata. Me la jugaba con una beca de sesenta colones, y de eso le pasaba quince colones a mi hermano Omar, que estaba en Wisconsin estudiando economía. Anualmente me mandaban $200 para pagar la matrícula y el resto como se pudiera”.
Para cubrir ese resto, Don Jorge hacia uso de sus habilidades de pintor acuarelista: “Me mantenía pintando cuadritos, acuarelas, como las que tengo en la sala de casa. Había un salvadoreño que estaba estudiando Medicina. El me animaba a pintar y me acompañaba a vender los cuadros. Los vendíamos en una librería, a $5 cada uno”
De la universidad, muchas cosas…: “en primer lugar la nieve, pasé cinco inviernos en Minnesota, es friísimo, terriblemente frío, y un invierno largo; en segundo lugar, la calidad de la escuela; en tercer lugar, las oportunidades culturales que una universidad como esa ofrece a los estudiantes. Tenía cincuenta mil estudiantes…”
“La beca era por 5 años y, al terminar los cuatro años del Bachillerato, pensé si avisaba que había terminado, me iban a traer de regreso; por eso, como quería aprovechar el año restante de la beca, acatando los consejos del Director de la Escuela de Ingeniería Civil y del Decano de la Facultad de Agricultura, lleve los cursos de economía y administración, logrando así el Título Profesional de Ingeniería (PCE), equivalente a una Licenciatura.
Recibí, además de la ingeniería civil, nociones de ingeniería económica, hidráulica, cuestiones de electricidad y de gerencia. El conocimiento adquirido fue de mucha utilidad al aplicarlo en Costa Rica”.
Nota: En el 2003, cuando cumplió 60 años de graduado, lo distinguieron con el Doctorado en Leyes, máximo reconocimiento que la Universidad de Minnesota otorga a sus graduados de carrera profesional excelente.
SU REGRESO, 28 de diciembre de 1943.
“Me vine en bus de Minneapolis hasta Ciudad de México. Mi intención era seguir por tierra, pero no se podía. El embajador de Costa Rica en México me regaló el pasaje para que viniera en avión. Esos últimos días en México pase tomando agua y visitando algún amigo, porque no tenía ni un cinco. Y, ya en casa, cuando mamá cogió los vestidos que yo traía para mandarlos a la lavandería, revisando las bolsas se encontró un billete de $20 en uno de ellos. Usted sabe, eso era un capital en México y, por no darme cuenta, pase dificultades….“
INICIO DE SU CARRERA:
De regreso en Costa rica, ante la necesidad de trabajar, nos cuenta: “Yo iba para la Carretera Interamericana a ver si conseguía trabajo ahí, pero me encontré con don Jorge León Arguedas, científico con trayectoria internacional. Habíamos sido compañeros en la Escuela Normal de Heredia. Le conté que estaba buscando trabajo y me dijo que me fuera con él.
Estaba trabajando con el instituto de asuntos interamericanos. Era el principio de la AID, tenía tres divisiones, agricultura-educación y salud. La de agricultura trabajaba en caminos rurales e infraestructura. Él, me llevo a la División de Agricultura, donde trabajaba. Me presentó a su Jefe, Míster Rogers, y salí colocado con ellos. Entonces, por casi tres años, me dedique a realizar trabajos de ingeniería rural, en conjunto con los ingenieros agrónomos e ingenieros agrícolas, me correspondía la parte civil en las obras que se realizaban en las diferentes fincas, caminos, riego u otras tipos de infraestructura rural. Me mandaron, esto fue muy divertido, a construir la secadora de maíz de Guácimo, porque era un programa que tenía el instituto…, promover la producción de maíz en esa zona, porque todo aquello había sido tierra de la bananera…. Ahí está todavía, no se ha caído por dicha y ahora es un centro del INA…,”
PASÓ FUGAZ.
“Yo me acababa de trasladar al Ministerio de Fomento (hoy MOPT), en caminos rurales secundarios de bajo costo, que no era una de mis especialidades pero si una de mis preferencias. Cuando el señor Ministro, don Francisco Esquivel, me dijo: Jorge Manuel, dos munícipes de Heredia me piden que lo mande a trabajar con ellos a construir la planta eléctrica, ¿le parece? ¡Claro que me parece!, le conteste, o sea, la coincidencia es que yo tenía esa idea…” Recordemos, no era sólo esa idea, antes de irse a EEUU lo había prometido a su novia resolver el problema eléctrico de Heredia.
Continuará.