-Para realizar algo responsablemente, antes de efectuarlo, debemos conocer en todos sus detalles la cosa por hacer. Y, como emitir el voto no es la excepción, al entrar al recinto se debe estar, además de motivado para el acto, totalmente sabido y decidido: “Por qué y por quién” votará. HAB.
El primer voto: Lo emití en las elecciones del domingo 2 de febrero de 1958, en Junta Receptora ubicada en el Instituto de Alajuela, frente al Parque Central de esa ciudad. Me había preparado bien, y, consciente del por qué y por quién votar, llegué seguro a cumplir con mi deber de ciudadano (Artículo. 93 de la Constitución: El sufragio es función cívica primordial y obligatoria…) y, para ampliar el tema, vale repasar lo relevante del mismo:
I. Para ese entonces, el derecho de ciudadano se adquiría a los 21 años; en mi caso, por haber nacido el 26 de abril de 1937, al día de las elecciones me faltaban 2 meses y 24 días para obtener ese derecho; no obstante, por ser año electoral, había un rango establecido para adelantarlo y, por estar dentro de él, pude estrenar la cedula votando.
II. Lo vivido en dos campañas anteriores a esa me fue de utilidad: a) –1948; ya comenté en el blog (lo visto durante la campaña, el propio día de las elecciones y el trágico final: “La Revolución del 48”). A pesar de todo, por el cambio dado en el proceso, ese luctuoso hecho marcó el antes y el después de nuestro sistema democrático; nos reafirmó la importancia del voto y, sobre todo, restableció la confianza en el proceso. Ahora, el Tribunal Supremo de Elecciones garantiza la pureza del sufragio y eso, creer en la decisión, nos mantiene unidos y en paz. Para conservar esa dicha, debemos votar todos. b) -1953; la primera votación después de dicho cambio se realizó el domingo 26 de julio de ese año (fecha inusual, provocada por los 18 meses de gobierno de facto, Junta de Gobierno. En el segundo periodo de don José Figueres F. 1953-1958 se ajustó y continuó según lo establecido, primer domingo de febrero). El partido Liberación Nacional, recién fundado, con don José Figueres Ferrer como candidato ganó las elecciones al opositor Partido Demócrata con don Fernando Castro Cervantes como postulante. Yo, aunque no era votante, le di seguimiento y, comparando ésta con la del 48, sentí la diferencia y, ese rotundo cambio, me puso a pensar en: ¿Cómo actuar cuándo sea ciudadano?
III. La respuesta la obtuve en cuarto año de colegio, ahí, el Lic. Alvaro Chacón Jinesta (q.d.D.g.), abogado de profesión y profesor de cívica por afición; quién, con su forma de enseñar, pretendía infundir el valor cívico en cada uno de sus alumnos, pero, no de forma temporal para ganar el año, sino con carácter de permanente para uso de por vida. En los puntos relevantes insistía para resaltar la importancia del mismo, pero, con los deberes del costarricense (Art. 18 de la Constitución: Los costarricenses deben observar la constitución y las Leyes, servir a la patria, defenderla y contribuir para los gastos públicos), fue persistente, de inicio a final de curso nos los machacó, y, para despertarnos aún más el interés por ellos, en la primera lección los declaró “pregunta permanente”, al decirnos: “En cualquier momento, sin importar hora ni lugar, al encontrarme con alguno puedo preguntárselos, y quién no responda correctamente se queda“ (lo hizo: en el examen final una compañera, en el último párrafo ‘contribuir para los gastos públicos’, cambió ‘para’ por ‘a’ y dijo: “contribuir a los gastos públicos” y, luego de preguntarle varias veces ¿está segura?, y ella mantener su respuesta (equivocada); la reprobó, desde luego en febrero lo aprobó y pasó era muy buena estudiante, simplemente un error gramatical provocó el desliz. Sin embargo, para ella y todos los presentes (el examen era oral), fue muy duro y a la vez aleccionador (aprovechó ese error final para amacizarnos los deberes ciudadanos), algo para no olvidar, nos lo gravó de por vida cuándo dijo: ‘Ese cambio, la convierte en una parásita de la sociedad, porque, en vez de contribuir para los gastos, está contribuyendo a gastar’. No cabía apelación, estábamos advertidos (era para cualquiera y le tocó a ella), por eso, dolidos por lo ocurrido y agradecidos por lo aprendido, como mudos quedamos, mas, a 58 años de aprovechar de ese aleccionamiento, creó que nos faltó decir: “Gracias don Alvaro” por inculcarnos los deberes del costarricense, porque ellos son la clave del actuar ciudadano.
IV. En 1957 inicié estudios en la Universidad (UCR, la única en esa época), y, para cruzar San José rumbo a la parada de Alajuela, pasaba frente a la Asamblea Legislativa (Av. 0 y C 2, esquina S-E de la Artillería, hoy Banco Central) y, cuando tenía tiempo, me quedaba un rato escuchando el debate, había Diputados con buena oratoria, entre ellos don Mario Echandi J., quién, por su porte activo y luchador, se convirtió en el líder de la fracción opositora y, por su relevante desempeño, lo eligieron candidato presidencial opositor.
V. En 1958, domingo 2 de febrero, se efectuó la segunda elección después del cambio y en ella debuté como votante. Había tres postulantes: Francisco José Orlich Bolmarcich del Partido Liberación Nacional (Oficialista), Mario Echandi Jiménez del Partido Unión Nacional (opositor) y Jorge Rossi Chavarría del Partido Independiente (Liberacionista, pero, al perder la precampaña, por escisión se independizo). Con las enseñanzas de don Alvaro y lo público de cada uno, me resultó fácil escoger. En lo personal los tres reunían condiciones para el puesto, por eso, para decidir cuál, fue necesario entrar en detalles, así; don Jorge fue el primer excluido, porque, su separación del partido, me hizo dudar sobre su interés entre lo personal vrs. lo grupal. Entre don Chico y don Mario, al cumplir ambos a cabalidad, debí apoyarme en un ofrecimiento de campaña para escoger, el cual, a mi criterio de novato, era un factor relevante en ese preciso momento, porque, con la rebelión del 48, el país estaba en paz pero la población no (había resentimiento, rencor y hasta odio en algunos casos. Debido al exilio de familiares y/o líderes políticos.) y, don Mario, pensando en la tranquilidad popular, ofrecía una amnistía general para todos los involucrados en esa insurrección; por eso, buscando la paz para quienes estaban en esas condiciones, voté por él.
El resultado final fue: Don Mario un 46,4 %, don Chico 42.8 % y don Jorge 10,8 %. Así, fue electo don Mario (En liberación algunos comentaron que, don Jorge con su retiro, dividió el partido y provocó la derrota. Por los resultados parece cierto).
Fue una buena administración; cumplió la promesa decretando la Reconciliación Nacional, con ello permitió el regreso del ex-presidente Calderón y, al recuperarlo, su grupo se reorganizó. Construyó escuelas, se aprobaron algunas leyes importantes como la Ley de aguinaldo, la Ley de protección y Desarrollo Industrial, creó el Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillados, el primer Plan Vial, el Instituto Nacional de Tierras y Colonización, fomentó el desarrollo del comercio y la agricultura, cambió las armas sobrantes (por la abolición del ejercito) por tractores para el desarrollo agrícola, rompió relaciones con Cuba (por los fusilamientos) y otras más.
De 1958 al 2010 participé en 14 elecciones (con una doble, 2002 con segunda ronda), y, durante ese lapso venía sintiendo, entre uno y otro periodo, un aumento en el grado de dificultad para escoger el candidato. El cual podría resumirlo así: En la primera, cómo antes describí, tenía tres candidatos de sabida capacidad para el cargo, por eso, debí recurrir a detalles para elegir por exclusión. Y, ahora, en mi quinceava oportunidad, se presentan trece pretendientes y, a dos semanas para el evento, no he podido decidir por cual votar. Ellos no externan sus habilidades para administrar nuestra hacienda y sus mensajes tampoco (algunos más bien asustan: eliminar el examen de bachillerato, quitar impuestos, legalizar las ventas callejeras, muchos más).
Cómo debo votar para cumplir con mi deber de ciudadano y, habiéndolo intentado, aún no se por quién, espero para antes del dos averiguar cuál nos conviene, aunque sea por inspiración.