-La plaza de ganado; al describir los alrededores de la escuela la mencioné, ubicándola frente a ella (Plaza Acosta en medio), mas, estando en otro tema (Curso lectivo…), con un ‘Luego les cuento’, pospuse su narración. Ahora, para cumplir lo ofrecido, contaré los recuerdos de un lunes en la plaza (La actividad se desarrollaba todos los lunes…).
Los domingos, por la tarde, iniciaba la llegada de camiones con ganado (novillos, toros, vacas, terneros,…, también llevaban caballos, cerdos, perros, pájaros,…) y, por la noche, algunos ya andaban curioseando, buscando el negocio como dicen.
El lunes en la madrugada; cuando se abría oficialmente la actividad, comenzaba un trajín interesante, vendedores y compradores buscando su objetivo: ‘conseguir lo mejor’…
Así, los compradores, en busca de un negocio redondo (bonanzoso y lucroso), primero hacían un recorrido de estudio y, al dar con lo requerido (algo conforme a sus necesidades), se acercaba al vendedor para transar (conociendo el coste, ofrecía menos), así, regateando, poco a poco iban ajustando precio hasta llegar a lo justo para ambos y, al lograrlo, trato hecho… El negocio podía cerrarse por bulto o por peso, de ser el segundo, para calcular el monto, debía llevar la o las reses a romanear. Eso era de fácil trámite, primero pagar el importe para quedar en lista de espera, luego aguardar y, al llamarlos, ingresar su ganado a la plataforma de la báscula. La cual, para garantizar la permanencia del o los animales sobre ella, estaba protegida por un corral debidamente ajustado a sus dimensiones y con dos portones opuestos (entrada por el Norte y salida por el Sur). La plaza tenía un espacio grande en donde se acomodaban a mercar lo traído y quienes venían con hatos (manada), para facilitar su manejo, utilizaban los apartaderos; a estas áreas (general y aparto), las circundaba un callejón interno y, entre otros usos, servía de acceso a la romana. Cuando los animales ingresaban en el área de pesaje, por tener ésta un piso movedizo, éstos se desequilibraban y, con sus bruscos movimientos, alteraban el sistema, por eso, los responsables del pesaje, para hacer la lectura debían esperar el restablecimiento de la calma. Una vez normalizado el sistema, leían el peso y Licho, por ser el divulgador del grupo, lo pregonaba (Ejemplo: 567 Kg) y los interesados tomaban nota; era una actividad bonita y muy entretenida…, había quienes pasaban horas disfrutando…
La venta de caballos; era otra actividad muy concurrida, los vendedores-compradores y mirones, formaban tamaño grupo. El interesado en alguna bestia la revisaba con esmero…: pasaba observándola, se acercaba…, le levantaba la cola y miraba, le revisaba las pezuñas, luego, para estimar la edad, le agarraba del hocico y, abriéndole la boca, le observaba el desgaste de los dientes. Y después de esa meticulosa revisión, hacían la oferta y comenzaba el regateo…
La venta de cerdos; por lo escandalosos y olorosos, prácticamente sólo el vendedor y el comprador interesado, los mirones andaban de largo. Mayoritariamente eran cerdos con el tamaño y gordura para el destace, por eso, para llenar sus necesidades, los carniceros eran los más interesados en adquirirlos…
Una anécdota al respecto: El abuelo de Memín, un compañero de la escuela, se dedicaba a la venta de cerdos y un lunes, teniendo cinco ‘lechoncillos’ listos para llevar a la plaza, por algunos imprevistos en sus quehaceres, debió desistir, mas, por estar urgido del ingreso, le encargo al hijo menor (tio de Memín, poco diestro en los negocios), encargarse de la venta. Como instrucciones le dijo; busque un buen precio, pero, por ningún motivo acepte menos de setenta y cinco colones por los cinco. Muy bien Tata…, se despidió y partió con los ‘lechoncitos’ rumbo a la plaza.
A penas llegando, un carnicero le dijo: “Déjeme esos animalitos, se los pago a veinticinco colones cada uno” y el tio de Memín le respondió; ‘NO, págueme setenta y cinco colones por los cinco y se los dejo’, trato hecho, dijo el carnicero, tome y deme.
Todo contento se regreso y, al entregar cuentas, le contó al papá los términos del negocio… Ayayay… ¡Pobre señor…! por la reacción…, casi se queda sin abuelo Memín.
Esta anécdota tiene su mensaje, vale la pena analizarla: 1) El carnicero ofreció ₡25,00 por cada cerdo esperando iniciar el regateo y, el inexperto vendedor, recordando la advertencia de su padre, sin pensar, pidió el mínimo sugerido (₡75,00 por los cinco). Así, el carnicero, conocedor del verdadero valor de los cerdos, se aprovecho de la ingenuidad del joven y le pagó lo pedido (apenas un 60% de lo por él ofrecido). 2) El precio justo se da cuando; ‘Si yo gano, tu ganas’, en este caso, esa relación se transformó en ‘Yo gano, aunque tu pierdas’, no fue justo...
Recomendación: ‘Nunca nos aprovechemos de un ingenuo, ayudémoslo cerrando un trato justo’.
Los perros, pájaros y otros…, por ser animales domésticos…, eran de compra riesgosa, se debía tener mucho cuidado, porque, en busca de unos pesos, individuos inescrupulosos pasaban, se robaban algún animal de esos y, para convertirlo en efectivo, se venían a la plaza…, así, quién lo compraba, además de convertirse en topador, podría verse en un lio (por comprar lo hurtado).
También hubo casos de estafa: Una vez, durante la oscura madrugada, llegó un extraño vendiendo chorchas, se veían bonitas y a buen precio, rápido se le terminaron. A la semana siguiente lo andaban buscando y no para comprarle, sino para reclamarle porque les vendió zanates con el pecho pintado de amarillo… No lo encontraron…, jamás volvió, los estafó…
Ahí vendían de todo, comidas tiliches, animales, lotería, ropa,… y, aunque la mayoría de los vendedores eran bien intencionados, existían los mañosos y, sólo ‘pelando el ojo’ se detectaban.
Alteraciones externas; Cuando un novillo, se escapaba de la plaza, corría despavorido y, pasando de gente en gente, delante de él corría el grito avisador ¡viene un toro bravo!,…,…, así, todos corrían a refugiarse y/o cerrar puertas, portones,… De pronto pasaban el toro corriendo… y detrás los jinetes tratando de lazarlo, era un espectáculo relámpago…, pero, tratándose de un toro huyendo (no bravo, mas, si asustado y acosado) y unos jinetes persiguiéndolo (con su atención puesta única y exclusivamente en el animal), quién se atravesara lo arrollaban (peligrosísimo, un descuido y choz… júntenlo).
Eso era normal todos los lunes y muy ocasionalmente ocurría en domingo por la tarde o noche...
En una escapada dominical; al ser las ocho de la noche, el novillo llegó al Parque Central, ahí, en un acto muchachil, un grupo lo acorralo y lo fue guiando hacia la entrada principal del Cine Milán (ubicado al costado sur del parque), una vez en ella, rompieron el cerco y lo arriaron hacia el interior de la sala. ¡Huyyyyyyyyy!…, imagínense…, estando en el cine, mirando con atención la proyección y de pronto irrumpe un enorme y asustado animal… Se oyó un múltiple grito de pánico, se iluminó la sala y, por suerte, con la inclinación y el brillo del piso, el toro se resbaló y fue a pegar contra el muro del escenario, quedando ahí quieto (por el golpe, el susto o milagro…) y, fuera del pánico vivido, no paso a más. De ahí, los expertos, lo lazaron y se lo llevaron…, fue una broma de alto riesgo, ejecutada sin medir las consecuencias, fue una ocurrencia de alguno efectuada entre todos. Sin embargo, cuando la policía llegó, ninguno apareció… En lo sucesivo, para proteger la entrada principal durante la proyección, el portón con cierre de tijera, permanecía estirado…, o sea, no permitía el acceso y, en caso de emergencia, se recogía hacia los lados y listo… (Vía libre).
-‘El Polaco’; así llamaban a quienes, con una o más valijas llenas, andaba de Barrio en Barrio y de pueblo en pueblo ofreciendo telas y/o prendas de vestir a pagos. Cuando uno de ellos pasaba mercadeando, traía regocijo al vecindario, era la oportunidad para cubrir faltantes. Las mamás salían y, revisando la mercadería, escogían lo de su interés (según necesidades y posibilidades); en seguida, para saber el costo, cada una trataba con ‘El Polaco’. Sí pactaba, le firmaba un documento como responsable de la cuenta (detalle de lo recibido y adeudado) y, para el control de abonos y saldos, recibía una de las dos tarjetas confeccionadas para eso (cliente y mercader). Así, semana a semana cuando pasaba cobrando (al no haber cuota fija, el abonamiento era acorde a posibilidades…), salían con la tarjeta y le decían, ‘abóneme tanto’, él, recibiendo el importe, lo anotaba en ambas tarjetas (señalando el nuevo saldo) y, devolviendo la tarjeta del cliente, seguía su camino. Seguro el negocio no era malo, porque, cuando aparecía una urgencia, aún con saldo pendiente…, le pedían la prenda requerida y, sin dilación, se las traía... (Ampliación del crédito).
La ropa interior (calzoncillos y camisetas); no la negociaban con ‘El Polaco’ porque la hacían en la casa. Seguro por resultarles más económico, en diversos negocios (pulperías, panaderías,…), compraban los sacos de manta vacios (utilizados para empacar azúcar o harina), con ellos, las mamás, haciendo gala de sus habilidades, con su máquina de coser confeccionaban esas prendas y les quedaban bonitas, hasta tenían el cuidado de acomodar la marca impresa en el saco (me acuerdo las de ‘Harina Sol’ con el sol dibujado, cubriendo el pecho o la espalda).
Los pantalones de mezclilla; se comerciaban muy esporádicamente, porque, emparchándolos, los eternizaban (desteñidos, rotos y por lo general remendados, pero, ante las circunstancias, en uso). Para quienes vivimos esa época de pantalones eternales, los actualmente en moda nos resultan semejantes y, como las modas se repiten, hasta dudamos… ¿Podrá ser posible?... Sin embargo, por fortuna no se trata de un regreso de esa época, es una moda nueva y totalmente diferente: Esas prendas:
“Antes, denotaban escasez, hoy, exhiben opulencia”.
-Comenzó la campaña política; eso me respondió papá cuando, caminando con él por la ciudad, al notar cierta alteración del ambiente le pregunté ¿Por qué ponen banderas y vivas en las casas? Y ésa, su respuesta, me fue novedosa … no tenía antecedentes al respecto (de procesos 40 y 44, no memoricé nada). Por eso, para ampliar el tema, continué interrogándolo…
¿Por qué diferentes las banderas?
R/… Para resaltar uno del otro, se trata de dos partidos diversos y cada uno impulsando a un candidato para presidente. Por eso, durante la campaña, ambos partidos lucharán por atraer a sus filas la mayor cantidad de votantes… y, según ellos, un factor importantísimo para sentir y mostrar poderío es: ‘Hacer resaltar sus colores en la comunidad…’
¿Cuáles son esos partidos y sus candidatos?
R/… El Republicano Nacional, partido oficial… (Actualmente gobernante) e identificado con los colores ‘Azul-Amarillo-Rojo’ y pretende reelegir al Dr. Rafael A. Calderón Guardia (quién gobernó en el período 1940-1944) y El Unión Nacional, partido de oposición, se identifica con los colores Azul-Blanco-Azul y busca elegir a Don Otilio Ulate Blanco, prestigioso periodista.
¿A cuál considera mejor?
R/… Bueno, realmente no tengo conocimiento político para evaluar a estos señores, pero, si están de candidatos, los dos son buenos, tienen conocimiento y capacidad para gobernar el país. Sin embargo, por lo escuchado, para conservar las Garantías Sociales debemos votar por Calderón Guardia y, como esas protegen a los trabajadores, le daré el voto al Doctor.
¿Adónde escuchó eso?
R/… Hace días anda el runruneo e inclusive, la huelga de finales de julio y principios de agosto, la llamada ‘Huelga de Brazos Caídos’, ese fue un movimiento organizado por los patrones exigiendo garantía de elecciones libres y el gobierno, además de asegurárselos, les permitirá participar… Ellos, los opositores, todos están unidos para tomar el poder y quitarse esa carga… Ese es el preocupante susurrar…
Bueno, si está decidido a defender un logro de los trabajadores y eso le señala por quién votar,
¿Cuándo ponemos la bandera?
R/.. No, nosotros no ponemos bandera, yo no pertenezco a ningún partido. Es cierto, estoy decidido a apoyar la causa de los trabajadores y, de hecho, sé por quién votar, eso es suficiente.
Lo comentado es para satisfacer su interés sobre el tema, pero, por mi trabajo, no me conviene externar color político alguno, debo mantenerme reservado y así, sin problema alguno, puedo servirle a los clientes de ambos bandos. Porque, aunque yo no tenga prejuicios, habrá quién si los tenga y, requiriendo mis servicios, decida no llamarme, eso, por afectar nuestros ingresos, sería de graves consecuencias…
Comprendido; estuvo muy bonito e interesante, pero, como ya llegamos, después continuamos…
-Fiesta de cumpleaños; la hija de don Pedro cumplía años y, para darle realce a la fiesta casera, sus padres, entre otras actividades, programaron una presentación de títeres, espectáculo de mucha atracción para niños y, ese día no fue la excepción, la presentación dio alegría a la chiquillería presente (La corrida de toros, el maromero, el payaso…., todo era muy Jocoso). Además, con la autorización de don Pedro, papá le permitió a Naldo (declamador y actor aficionado), hacer un ensayo de, según él, una breve y divertida comedia titulada ‘El Duelo del Cobarde’ (Un preestreno ante espectadores inexpertos, diría yo). Por eso, llegado el acabamiento de los títeres, sin ningún preámbulo inició el acto:
Aparecen en escena dos caballeros (Naldo y su hijo elegantemente vestidos con frac, bombín,…), enfrascados en una fuerte discusión y, por sentirlo real, la inocente concurrencia se asusta, de inmediato lo refleja en su semblante, el regocijo externado durante la presentación de los títeres, se tornó en sorpresa, luego en susto… llegando hasta el pasmo o sea…, estaban perplejos. Así, cuando posicionados para el duelo ambos caballeros dispararon…, con las detonaciones se despertó el histerismo colectivo y, en espantada, todos gritando corrieron en busca de protección, se metían debajo de las camas o detrás de los roperos u otros muebles donde sintieran seguridad,… Ese fue el fin de la fiesta…, costó restablecer el orden… y, al lograrlo, no quedaban invitados…
Papá se apenó muchísimo, lo llevaron para realzar la actividad y lo logró, mas, al terciar ante don Pedro para permitir el ensayo sin conocer la obra (era una comedia para adultos y no para niños), lo involucró en el caótico final… Tamaño fiasco… y durísima experiencia…
-No jugar futbol en la escuela; así lo estableció papá desde el ingreso de Manolo, ¿Por qué?, no lo sé, sólo nos decía: ‘Es un juego vano y peligroso’… Esa era su línea… (Correr y patear la bola, salvo lesiones, no deja nada…), o sea, no valoraba el deporte como salud (Mente sana y cuerpo sano a través del deporte…), empero, viéndolo como un peligro potencial, nos alejaba para protegernos de golpes, torceduras, fracturas,… Él, en lo personal, no practicaba deporte alguno, mas, por ser caminador (salvo traslados a lugares lejanos, siempre se movilizaba a pie), gozó de buena salud y, por suerte, nos indujo a caminar con paso rendidor (como él lo hacía).
Don Rigo, el maestro de educación física, me permitía participar en todo, excepto en futbol (por disposición paterna), cuando comenzaba la ‘mejenga’, me quedaba con él viendo el juego o, si tenía algo pendiente en la clase, comunicándole a él, me iba a realizarlo, ni modo…
En la fiesta de despedida; de fin de año lectivo (para mí, la despedida del tercer grado), hubo muchas actividades bonitas y entre ellas, diversos juegos en la plaza; como la prohibición era exclusivamente para el futbol, en todo lo demás me dejaban participar y así lo hice, tomé parte en varias. Sin embargo, por lo acontecido, describiré la carrera alrededor de la plaza: -En lo personal me sentía bien preparado para correrla, porque, aunque no jugaba futbol, todas las madrugadas, Manolo y yo, corríamos por lo menos dos horas repartiendo el periódico, ejercicio suficiente para estar en buenas condiciones… Sobre el evento (la carrera) nos interesamos casi todos y, por la cantidad de participantes, el grupo organizador no encontraba como ordenarla, pero, entre propuestas y contrapropuestas, se decidieron por hacer dos grupos y una vez conformados los grupos, girando instrucciones, los acomodaron a ambos en la esquina de la escuela. Uno en posición para salir rumbo al Norte y el otro rumbo al Este, cada grupo le darían la vuelta a la plaza hasta llegar a la meta o sea, al mismo punto de salida y, sin más discusión, luego, al escuchar el ‘Listossss Fuera’. Todos corrimos, a mí me tocó en el grupo con rumbo Este, al inicio era un molote, pero, recorridos los primeros 100 m, algunos habíamos tomado la delantera y, ya fuera del montón, nos sentíamos en competencia. Sin embargo, estando en lo mejor de la carrera, algo lógico pero no pensado ocurrió al llegar a los 200 m, nos encontramos con el otro grupo (los de rumbo Norte) y eso fue caótico…, se dieron choques entre punteros de un grupo y del otro, yo choque…, al venir uno concentrado en la carrera y con la cabeza gacha, no ve a quién, de igual forma, viene por lado opuesto y, más de uno, al pegar cabeza contra cabeza, quedaba medio atontado. Luego, al encontrarse los dos grupos compactos, se armó la de San Quintín, fue un mare mágnum, todos querían pasar y, por más intentos realizados ninguno pudo, hubo golpeados y, en especial, quienes habían quedado en el suelo atontados por el golpe, de feria, fueron pisoteados cuando se dio el desorden,… se restableció la calma, pero no el evento, se acabó la carrera,…
-A finales de enero del 48; faltando pocos días para concluir la campaña, en una cálida mañana, al acabar un servicio de jalar bolsas (de los muy buenos…), sólo podía regresarme atravesando la ciudad y, por curiosear, decidí hacer el recorrido en calma (no con paso rendidor como siempre) para, comparando el embanderado actual con el del inicio de campaña (cuando sorprendido con las primeras banderas interrogué a papá), estimar el avance. Resultado inesperado; realmente sentí el trabajo de los partidos y a mi entender, ambos cumplieron el objetivo (atraer votantes), así lo vislumbré al percibir el ambiente festivo de la urbe (banderas, vivas y…, la adornaban) y los votantes, de ambos bandos, gozosa y decididamente esperando el ya casi día de ir a sufragar.
Claro, por estar en cierre de campaña, el quehacer en cada grupo se sentía apresurado, trataban de aprovechar al máximo su tiempo…, un minuto perdido Podría ser la diferencia…
De manifestaciones o visitas del candidato a las poblaciones para, en presentación de plaza pública, exponer sus intenciones directamente a sus partidarios e indecisos presentes, de esta campaña (como simple observador, no era votante todavía), son pocos los recuerdos.
Realmente, de estos eventos en la ciudad de Alajuela, sólo tengo en memoria la entrada de Calderón Guardia y eso porque, por ruta, la caravana pasaba 50 m. al Oeste de mi casa y, propiamente en esa esquina, los organizadores hicieron un arco para colocar un retrato de Don Rafael Ángel (pintado por mi tio Manolo), por eso, por la cercanía y el interés familiar, me arrime a curiosear… Al ser las once de la mañana, inmersa en la algarabía tradicional, apareció la caravana y, según lo planeado, la carroza se detuvo en un punto previamente escogido para observar cómodamente el retrato. El Doctor, después de apreciarlo detenidamente, con gesto de agrado se volteó hacia mi tío y saludándolo le aplaudió, iniciando la ovación unánime de los presentes… (Emotivo homenaje para él). Luego, acabado el acto, la caravana reinició su marcha y, por razones incomprensibles para mi, al paso de la carroza, varias señoras (incluyendo mamá) decían: ‘¡El Doctor…!’ y, desvanecidas caían (era como histerismo colectivo o algo parecido)… La bulliciosa comitiva siguió y, sin otro interés, me fui para la casa… Y, en el corto recorrido pensé, estamos a una semana del día decisivo, se nota gran interés por el acontecimiento y es lógico, ese día los votantes determinarán quién será el nuevo gobernante, por eso, al no poder votar, participaré invocando a lo Alto… por el mejor resultado… Hasta entonces…
Continuará…